Llevabamos tiempo oyendo hablar de éste camping y teníamos muchas ganas de conocerlo. Al final, un día sin pensarlo, nos decicimos a ir, sin llamar ni nada para reservar, un poco a la aventura.
Como es un camping de montaña, y además era finales de septiembre, queríamos alquilar una de las cabañas que hay de piedra, porque en tiendas de campaña ya hacía frío. Esas cabañas eran preciosas por fuera, porque por dentro no llegamos a verlas, claro está, no quedaba ninguna libre, llegamos un sábado a las doce de la mañana y no íbamos a tener tanta suerte.
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La recepcionista nos dijo que tenían cabañas de grupo, con ocho camas literas y sin cuarto de baño (había que ir a los baños públicos del camping), pero ya que estábamos allí y era sólo para una noche, así que decidimos quedarnos.
Tengo que decir que dormimos fatal, porque las camas hacían mucho ruido, éramos cinco personas y cuando no se movía uno, se movía otro, pero bueno, hay que adaptarse a todo.
Con la comida tubimos más suerte, en el restaurante del camping se come de maravilla y muy bien de precio.
También nos divertimos haciendo tiro con arco, salvo un percance que tubo mi hermano Luis con la cuerda de un arco, no sé cómo se las apañó para darse en los....(un sitio que según todos los hombres, duele mucho), los demás nos reimos mucho, pero a él todabía le duele cuando se acuerda.
En definitiva, el camping es precioso, se encuentra en plena naturaleza y se lo recomiendo a todo el mundo.
Pienso volver, pero cuando lo haga, será en una de las casas de piedra y en invierno, que se tiene que estar muy bien junto a la chimenea, viendo llover.
¡Hasta la próxima!
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